La escucha profunda implica desarrollar la comprensión de las narrativas colectivas que están operando en una ciudad o región, es decir, los valores y comportamientos subyacentes, así como las necesidades y desafíos emergentes, de modo que las decisiones estratégicas tomadas por los gobiernos y con otros agentes estén bien alineadas con las percepciones de los ciudadanos.

El proceso de escucha pretende ser un sistema continuo e iterativo que genere información en tiempo real sobre las percepciones de las comunidades mientras responde a las iniciativas y cambios en curso. La escucha profunda incluye un conjunto de herramientas cualitativas que, complementadas con datos cuantitativos, pueden revelar las narrativas de una comunidad en profundidad y crear condiciones para sistemas de participación comunitaria continuos y más significativos en los territorios.