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Fortaleciendo la cadena alimentaria desde un proceso de escucha sostenido

A raíz de las protestas de los agricultores que sacuden diferentes territorios de Europa en las últimas semanas, una verdad contundente se sirve sobre la mesa:  el sector primario aclama ser escuchado. La voz de descontento resuena fuerte en el campo, que a partir de la frustración por las políticas agrarias actuales ebullen otros temas relacionados al sistema actual alimentario.  

 

En ese contexto y bajo el marco del proyecto de Etorkizuna Eraikiz, la Diputación Foral de Gipuzkoa, sigue impulsando la misión de alimentación sostenible que tiene como objetivo convertir a Gipuzkoa en un territorio de experimentación avanzada para una transición sostenible social, económica y medioambiental. 

 

Durante 3 años, en colaboración con la Diputación, el equipo de ALC ha tejido una red de escucha que se extiende por todo el territorio. Este proceso continuo busca captar las diversas percepciones, con relación a los retos y oportunidades arraigadas a la comunidad. Su objetivo es desentrañar las complejidades del sistema alimentario actual y allanar el camino hacía una alimentación más sostenible.  

 

Aunque Gipuzkoa no ha sido testigo de las masivas protestas que han sacudido a otros territorios de Euskal Herria, la escucha sostenida y la exploración de diferentes canales como la observación participante en mercados locales, visitas a caseríos y centros productivos, conversaciones 1 a 1, fotografías y seguimiento en la intranet, han contribuido al extenso análisis de la problemática actual. Como resultado, a partir de la segmentación de percepciones, los siguientes perfiles etnográficos ofrecen una visión sobre los retos del sistema actual alimentario local, que lejos de estar exento, comprende varios de los retos que hoy se debaten más allá del territorio. 

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Por un lado se hace evidente que las condiciones laborales actuales de los baserritarras son deficientes, debido a que es en muchos casos mayor el esfuerzo para producir la materia prima y cuidar de los predios que la ganancia real que deja el producto.

 

“Nosotros los agricultores tenemos la tendencia de vender al precio que se pueda vender, porque si tienes 2-6-50 kilos de tomate y no lo puedes sacar ¿Qué haces? Pues lo vendes a lo que puedas”

 

Con respecto a este tema, y conectado con otro de los patrones de percepción identificados: La realidad no se corresponde con el ideal baserritarra y de cercanía; importamos el 90% de los productos, sin lugar a dudas, desata otro de los retos identificados; No hay relevo generacional.

El sector primario, sigue viendose para las nuevas generaciones como un sector que supone mucho sacrificio, dónde los modelos familiaristas han sido de toda la vida y hoy en día también representan una de las barreras para desarrollar el campo,

hay cada vez menos familias, menos, menos personas que se dedican al primer sector (...) Las familias que tienen terrenos no están dispuestas a alquilarlas o cederlas” 

 

nosotros somos tres hermanos y ninguno ha ejercido la profesión de nuestros padres. Es normal. El cambio generacional se tiene que dar más allá de la familia y hay que dar facilidades”

 

Asimismo, desde lo económico, el sector primario se ahoga ante la constante presión de los los distribuidores, dejándoles el dinero justo pero que a su vez no permite una mayor sostenibilidad que favorezca al interés de las nuevas generaciones y la integración de nuevas personas al sector, debido a que el precio de una persona que apoye en las tareas se hace impensable e insostenible para la mayoría de productores.

En esa línea, por estos días se hace más relevante comprender que, para obtener un alimento, ha tenido que pasar por diferentes manos como espacios. Y es que el sistema alimentario se establece a través de una cadena de valor que conecta a diferentes eslabones como personalidades. Dicho sistema a veces extenso y tortuoso, representa también uno de los retos; La gente prefiere consumir algo importado a menor precio que lo local.

 

“Se pide producto local y de kilómetro cero, pero estamos comprando aguacates que vienen de Perú y plátanos que vienen de Ecuador”

 

A esto se le suma uno de los patrones de percepción que habla sobre la cultura actual del consumo y es que la realidad es que, la sociedad no está preparada para renunciar a la comodidad por la sostenibilidad.

En relación a lo anterior y considerando los demás patrones de percepción como: La solución pasa por la regulación del consumo de productos y precios, y existe una gran confusión sobre la movilidad y alimentación del futuro. Se abre el mayor melón y es la disposición de tierras, en Gipuzkoa específicamente, se percibe que hay una falta de terreno disponible para su explotación: 

 

“muchas veces económicamente también ponen, elevan bastante la renta, quieren sacar mucho beneficio cuando realmente no es creíble o no es accesible, porque yo creo que Gipuzkoa tal no tiene muchos terrenos y los terrenos que tiene son muy montañosos o muy escarpados, entonces en los que se puede producir, la gente aprovecha y les sube el precio”

 

Asimismo, se argumenta que a la administración le falta apoyar y apostar realmente por el sector con oportunidades y políticas claras:

 

“Folclóricamente es importante la figura del baserri. Sí, pero no. Las mejores tierras, las han destinado a empresas, a industrias, a edificar y lo que nos queda a nosotros son zonas inundables” 

 

Por otro lado, uno de los retos más comentados que se alinea también con esta problemática es que no hay una claridad de lo que significa local o no, “partimos de que Euskal Herria junto a Navarra, su capacidad de producción es el 7% sobre el volumen total. Solo el 7%, ¿Cómo es posible que no se pueda vender entonces la producción local? Es algo que no entiendo. Y no hablo solo de productos ecológicos, hablo en general. (...) Estamos hablando de un 7%, incluyendo a Navarra, si hablamos solo de Gipuzkoa, pues la producción es muchísimo menos, de 0,98% o algo así”.

 

En medio de estos desafíos, es crucial reconocer que fortalecer la cadena alimentaria no solo implica abordar los aspectos económicos y laborales, sino también promover un cambio cultural en la sociedad. Es necesario fomentar una mayor valoración de los productos locales y una comprensión más profunda de los procesos que intervienen en su producción, transformación, distribución y consumo.

En ese sentido, es fundamental el desarrollo de nuevas políticas y acuerdos que inviten a los diferentes actores del sector alimentario a participar activamente en los procesos de decisión y de diseño. Esto implica tomar decisiones informadas en tiempo real  sobre los modelos de producción, la formas de transformación, mecanismos de distribución, regulación y normativa así cómo la comunicación con los consumidores.

 

En última instancia, fortalecer la cadena alimentaria desde un proceso de escucha sostenido implica reconocer la interconexión entre los diferentes actores y aspectos del sistema alimentario. Solo a través de una colaboración estrecha y un compromiso compartido es posible la reconstrucción de un sistema alimentario más justo, resiliente y sostenible para las generaciones presentes y futuras.